ME GUSTA...

Me gusta tanto como a tí... Juguemos a disfrutar del placer por el placer. ¿Qué es lo que más te gusta?, ¿Dónde te gusta?, ¿Cómo?. Algunas ideas para.... (Mayores de 18 años.)

martes, 29 de abril de 2008

La petite mort.

LA PETITE MORT
Vídeo enviado por PaNoRaMiX1

Late Chocolate-LA PETITE MORT

domingo, 27 de abril de 2008

El dulce sabor de una mujer exquisita.

Una mujer exquisita no es aquella que más hombres tiene a sus pies, si no aquella que tiene uno solo que la hace realmente feliz.


Una mujer hermosa no es la más joven, ni la más flaca, ni la que tiene el Cutis más terso o el cabello más llamativo, es aquella que con tan sólo una franca y abierta sonrisa y un buen consejo puede alegrarte la vida.

Una mujer valiosa no es aquella que tiene más títulos, ni más cargos académicos, es aquella que sacrifica su sueño temporalmente por hacer felices a los demás.

Una mujer exquisita no es la más ardiente (aunque si me preguntan a mí, todas las mujeres son muy ardientes...Los que estamos fuera de foco somos los hombres) sino la que vibra al hacer el amor solamente con el hombre que ama. Una mujer interesante no es aquella que se siente halagada al ser admirada por su belleza y elegancia, es aquella mujer firme de carácter que puede decir NO.

Y un HOMBRE........ UN HOMBRE EXQUISITO es aquel que valora a una mujer así...... Que se siente orgulloso de tenerla como compañera.... Que sabe tocarla como un músico virtuosísimo toca su amado instrumento... Que lucha a su lado compartiendo todos sus roles, desde lavar platos y atender tripones, hasta devolverle los masajes y cuidados que ella le prodigó antes...

La verdad, compañeros hombres, es que las mujeres en eso de ser 'Muy machas' nos llevan gran recorrido... ¡Qué tontos hemos sido -y somos- cuando valoramos el regalo solamente por la vistosidad de su empaque... ¡Tonto y mil veces tonto el hombre que come mierda en la calle, teniendo un exquisitímo manjar en casa.

-Gabriel Garcia Márquez-

Fotografía: Imagens

viernes, 25 de abril de 2008

Epicuro de Samos, ... y 2

341 AC-270 AC. Filósofo griego.
No ha de ser dichoso el joven, sino el viejo que ha vivido una hermosa vida.

Si el hombre pudiera decir lo que ama.

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luis Cernuda...

foto Pascal Renoux
P.D.: Moltes gràcies P.

jueves, 24 de abril de 2008

La dirección. De la serie: La historia de Zoe - 2

Estaba claro que su primera incursión en el adulterio no fue todo lo bien que pensaba. Sin embargo, no todo fue malo. Por lo menos pudo hacerlo. Era el primer paso. Los días siguientes Zoe se dio cuenta de que la ira la había dominado. Fue fácil mientras estaba cegada con la idea de la venganza, pero dudaba que pasado el tiempo y en frío, pudiese repetirlo.

Dos cosas la atormentaban. La primera era la relación con su marido. Pese a lo que le había hecho y seguía haciéndole, le constaba, no había pensado ni una sola vez en dejarle. Al principio pensó que se trataba de dependencia. Debía de ser en el plano afectivo, puesto que ella tenía su propio negocio, su propia independencia económica, e incluso un grupo reducido de amigos propios. Por una razón que no comprendía, después de tanto tiempo se sentía de alguna manera ligada a él. Zoe esperaba que solo fuera por el hecho de que alguien estaba al otro lado del teléfono cuando llamaba. De eso no podía quejarse.

El segundo tema era su propio placer. La relación con aquel chico no había sido muy placentera que digamos. Pero de vez en cuando, rememoraba aquellos momentos y se excitaba. El hecho en sí de la cacería, de conseguir a su presa y derrotarla, la ponían a cien. Tanto que se masturbó en varias ocasiones recordándolo.

Eso era desconcertante. Su interés en la venganza estaba dando un giro inesperado. Empezaba a pensar que no solo era importante alcanzar la meta, sino alcanzarla disfrutando. En adelante elegiría mejor.

La ocasión fue propicia muy pronto. Era esa clase de tipo por el que una mujer pierde la cabeza. Cuando su secretaría se lo presentó como un amigo de su marido que pasaba de vez en cuando por Castellón, la imaginación de Zoe se desbordó. Pensó que esa era una pieza que podía disfrutar cobrando. Y que pieza.

No era solo su físico, era como lo lucía. Alto, guapo, proporcionado, todo él debía de estar depilado por profesionales, la manicura perfecta, afeitado de hacía unos segundos y cutis suave y bronceado ligeramente. Cuando le dijo que por su trabajo podía estar interesado en el mercado inmobiliario y que podrían llegar a hacer negocios juntos, Zoe supo que era su oportunidad de estar a solas con él, sin interrupciones. Y le hizo pasar a su despacho.

- Bueno Jorge, ¿y a que te dedicas, que me pueda interesar tanto? – Zoe apoyo su trasero en la mesa y le indicó que se sentara en la silla frente a ella. El no lo hizo y permaneció frente a ella.
- Llevo auditorias para una inversora de Barcelona. Controlo a las filiales de la zona de levante y tanteo el mercado para posibles inversiones. – Contestó mientras se sentaba.
- Parece muy absorbente y aburrido.
- No creas, la mayor parte del tiempo lo paso haciendo turismo mientras consigo las citas necesarias para hacer mi trabajo.
- Bueno, pues parece aburrido.
- Hay muchas formas de pasar el hastío. – Sonrió pícaramente mientras lo decía.
- Y ¿que es lo que has visto en mi.. empresa, que te haya llamado la atención.

Zoe se recostó apoyando las manos sobre la mesa tras ella, asegurándose que el encaje de su lencería se marcara en el fino suéter.

- Siempre hay oportunidad de invertir en mi tiempo libre.
- Y nada mejor que los inmuebles. Son un valor seguro. – la última frase la pronunció muy despacio.
- No es la seguridad de la inversión lo que me motiva, sino gozar con ella. – Jorge se acercó hacia Zoe.
- Y crees que yo puedo ofrecerte esa posibilidad. – En ese momento, si las feromonas tuvieran aroma, tendrán que haber salido del despacho por el olor. Jorge estaba tan cerca que su fragancia despertaba instintos perdidos.
- La posibilidad si, pero conocer lo que puedo llegar a disfrutar con ella, se averigua con el tiempo. Se trata de probar y saber hasta donde se puede llegar con la inversión.

Se acerco a Zoe y paso sus brazos bajo los de ella, que había levantado la cara mostrando su cuello. El apenas si rozo todo su cuerpo haciendo que ella se estremeciera, mientras cogía algo de la mesa tras ella. Cuando se apartó, ella exhaló el aire que retenía desde hacia segundos.

- Tengo tu teléfono.- Le mostró la tarjeta que había recogido.- Tengo que irme pero vendré pronto. Ahora mismo no se si tu empresa puede darme lo que necesito. Deberías comprobar si tienes suficientes valores para arriesgar, por que las inversiones hay que cuidarlas y estar muy seguro de buscar todos los caminos que hay que recorrer para sacarles su jugo.

Jorge salio del despacho mostrándole una sonrisa antes de cerrar la puerta. Esa noche Zoe no pudo pegar ojo.

Fotografía: Dean Agar
P.D.: Muchas gracias a S.C.C., por su inestimable ayuda.

You light up my life.


Aristóteles dice: un cuerpo bello
debe ser percibido en su totalidad.
Así te vi llegar esta mañana.
Venías de correr una hora en bici
por la orilla del río. Te duchaste.
Estuvimos nadando juntos. Varios
largos en la piscina transparente.
Nos amamos después, enamorados
de ser distintos y de ser iguales.
Por la tarde estudiabas o leías.
Te vi algunos instantes. Pero ahora
que duermes a mi lado respirando
desnudo en el calor de junio, a oscuras,
creo que el filósofo no se refiere
sólo a la epifanía en el espacio,
al golpe único de la materia,
sino también al cuerpo hecho de tiempo,
a la suma sencilla de momentos
que queda para siempre en el registro
general de los días de este mundo.
Aristóteles dice: un cuerpo bello
debe ser percibido en su totalidad.

Juan Antonio González Iglesias

Fotografía: Robert Mapplethorpel
P.D.: I mes gràcies a P.

Hajime Sorayama, el erotismo en un pincel.

Es posiblemente uno de los ilustradores eróticos más importante del siglo y que más ha influenciado en diversos artistas. Nacido en Japón en 1947, destaca además por realizar ilustraciones de robots femeninos con una gran carga erótica y sensual, así como unas excelentes pin-ups a las que envuelve de fantasía y fetichismo, otra de sus más logradas ilustraciones.

Trabaja como freelance desde 1972, creo el diseño inicial para el robot de Sony AIBO, la portada del disco de Aerosmith Just Push Play y cuenta con varios libros y portadas de revistas entre sus trabajos.

Pero si quereís enteraros de todo lo que ha hecho, visitad, su siste:

http://www.sorayama.net/index.html

Y aquí teneís un link a una galería de imágenes que está bien. Por supuesto hay muchas más, yo os dejo una recopilación de las que más me gustan.

http://www.suicide.couk.com/gallery/sora/sorag.htm

Lección de chino.

放心 (fàng xin): Tranqulizarse, despreocuparse, sosegarse. Literalmente: soltar, poner en libertad el corazón.

P.D.: Gràcies Pere.

lunes, 21 de abril de 2008

Epicuro de Samos, y 1

341 AC-270 AC. Filósofo griego.

¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia.

domingo, 20 de abril de 2008

Para ser un mejor amante...

Un buen amante es el que quiere darle placer a la mujer y es feliz viendo como disfruta ella. Para ello está pendiente de las reacciones de la amada, sin pensar que lo que le ha gustado a otra mujer o le ha funcionado en otros encuentros funcionará siempre. No hay una receta que sirva para todas las mujeres. En general triunfarán aquellos que descubran cómo debe ser estimulada cada mujer en concreto.

Es cierto que hay respuestas clara estimulando directamente zonas evidentemente erógenas pero, las mujeres sentimos rechazo cuando las caricias son “las de siempre, lo de siempre” o si notamos que tenéis prisa para que nos excitemos para llegar a la penetración. Podemos pensar que nos estimuláis con el único fin de obtener vuestro propio placer.

Cuando la mujer se desinhibe suele lanzarse con más naturalidad y frescura a juegos y fantasías, aprenden con rapidez y se lanzan a satisfacer los deseos del hombre, por al mismo tiempo esperamos que se nos haga lo mismo.

Por ejemplo, cuando una mujer se viste con lencería y “se pone guapa” espera que su amante lo note, y nos frustramos cuando no pasa. Es un mal comienzo. Hay que entender que para nosotras, a la hora de tener sexo, son tan importantes los pequeños como los grandes detalles. El hombre que descubra y explote estas sutilezas será un gran amante.

Las situaciones que nos son habituales, que no forma parte de la vida diaria, son las que despiertan nuestro erotismo, por ejemplo, caricias antes de estar desvestidas, en diversas situaciones y lugares de la casa, o en lugares públicos, y en zonas no “evidentemente erógenas”. Unas caricias sutiles previas harán que poco a poco la mujer necesite una estimulación más directa a medida que esté excitada. En este punto es importante la autoestima de la mujer. La sociedad actual hace que la imagen de la mujer sea imposible, y la gran mayoría no se siente a la altura. Es por lo que cuanto más consiga el hombre hacer ver a su pareja que le gusta y que le excita, mejor será la predisposición de ella. Tanto hombres como mujeres nos sentimos inseguros ante ciertas situaciones, la complicidad de la pareja y el dialogo y comunicación obrarán maravillas. “Cuando dos personas se dejan llevar por el goce de los sentidos, nace entre ellas una complicidad natural propicia al juego erótico.”

Algo que creo que los hombres deben saber y poner en práctica es que nos gusta mucho que se haga evidente que os gusta y os excita que nuestro deseo crezca, que nuestras ansias sexuales crecen. Es muy frustrante que un hombre se asuste de tus ansias amatorias. O que tenga prisa por “follar” o por llegar, o por llevarte al orgasmo. Hay que evitar la impaciencia o el aburrimiento, hay mujeres que son lentas, pero debe ser excitante descubrir toda su sexualidad. También es cierto que es como cualquier deporte, a medida que se practica se conoce mejor y se juega mejor.

Sabiendo que las mujeres son sutiles y complejas, y que a diferencia de los hombres no nos basta con una estimulación directa, podremos crear un aura de misterio e imaginación que haga que surga el erotismo en la pareja.

Bibliografía: “Kama-sutra para la mujer (Cómo hacerle perder la cabeza.)”de Alicia Gallotti

Fotografía: Imagens

viernes, 18 de abril de 2008

Más publicidad creativa: Tenía que ser... y 1

Hombre:

Hombre:

Rubia:

Sencillos deseos.

Hoy quisiera tus dedos escribiéndome historias en el pelo, y quisiera besos en la espalda, acurrucos, que me dijeras las más grandes verdades o las más grandes mentiras, que me dijeras por ejemplo que soy la mujer más linda, que me querés mucho, cosas así, tan sencillas, tan repetidas, que me delinearas el rostro y me quedaras viendo a los ojos como si tu vida entera dependiera de que los míos sonrieran alborotando todas las gaviotas en la espuma. Cosas quiero como que andes mi cuerpo camino arbolado y oloroso, que seas la primera lluvia del invierno dejándote caer despacio y luego en aguacero. Cosas quiero, como una gran ola de ternura deshaciéndome un ruido de caracol, un cardumen de peces en la boca, algo de eso frágil y desnudo, como una flor a punto de entregarse a la primera luz de la mañana, o simplemente una semilla, un árbol, un poco de hierba.

Gioconda Belli

Fotografía: Alexandre Horta

P.D.: Más gracias a Pere.

Canción de amor.

¿Cómo debo poner el alma, para
que no roce la tuya? ¿Cómo debo
alzarla sobre ti, hacia otras cosas?
Ay, quisiera guardarla
junto a algo perdido, por lo oscuro,
en un lugar extraño y silencioso,
que ya no resonara cuando tu hondura vibra.
Pero cuanto nos roza, a ti y a mí
nos lleva juntos, como arco de violín
que saca de dos cuerdas una nota.
¿En qué instrumento estamos extendidos?
¿Qué violinista nos tiene en la mano?


Rainer Maria Rilke
Fotografía: Norbert Guthier
P.D.: Gracias a Pere por su envío y su delicadeza al elegir los poemas.

jueves, 17 de abril de 2008

La felicidad a traves del placer de los sentidos.

En este blog se pretende promover una vida de continuo placer como clave para la felicidad.

Para ello hay que ser lo suficientemente inteligente para darnos cuenta de nuestras limitaciones y habilidades para experimentar el placer en cualquier momento y situación. Es una actitud ante la vida, y no todo el mundo está dispuesto a intentarlo.

Normalmente entendemos el placer como algo que nos excita los sentidos, cualquiera de los sentidos. También se puede concebir como la ausencia de dolor y/o aflicción (hambre, dolor físico, tensión sexual, aburrimiento…) el proceso de eliminar los problemas nos provoca placeres sensuales. Sin embargo, el proceso solo es un medio para conseguir un fin: la satisfacción. Ojo, si consideramos el proceso como un fin en si mismo caeremos en la ansiedad de la adicción, por ello aplica la máxima de “relájate y disfruta”.

Los deseos (que nos producen placer) se pueden clasificar en:

1.- Naturales y necesarios: son las necesidades físicas básicas—principal entre ellas está la alimentación, la salud, el abrigo y el sentido de seguridad.
2.- Naturales e innecesarios: son la gratificación sexual, la conversación placentera, las artes, los deportes, los viajes, …
3.- Innaturales e innecesarios: La fama, el poder político, la riqueza extraordinaria y otras ambiciones que conllevan los atavíos del prestigio.

Para ser felices, yo creo que deberíamos intentar satisfacer los deseos necesarios de la forma más económica posible. Esto nos dará libertad y recursos para explorar la gran variedad de deseos "naturales e innecesarios", y por último evitar totalmente los deseos “naturales e innecesarios”.

Es decir, una dieta sencilla y nutritiva, y un hogar modesto nos satisfacen el hambre la salud y nos proveen de bienestar físico y seguridad. Un@s buenos amigos que te ayuden en tiempos malos, y mente abierta e inquieta que estudie continuamente y rechace los absurdos y las supersticiones, nos ayudarán en nuestro sentido de la seguridad. A partir de aquí, a disfrutar de los placeres mundanos, sin arriesgar la salud, las amistades y/o las finanzas.

Respecto a los deseos "innaturales e innecesarios", hay que evitarlos por completo. Este placer es demasiado efímero para ser digno de nuestra persecución. La fama; aunque duren sólo quince minutos luego puede que tengamos que soportar a los cazadores de noticias por un larguísimo tiempo. El poder político atrae a usurpadores y asesinos; la riqueza opulenta atrae a ladrones y aprovechados, "¡Vive en el anonimato!".


Fotografía: Martin Kovalik

miércoles, 16 de abril de 2008

Algunos de los mejores momentos de la vida son:

1. Enamorarse.
2. Reírse hasta que te duela la panza.
3. Encontrar miles de mail cuando vuelves de las vacaciones.
4. Escuchar tu canción favorita en la radio.
5. Acostarte en tu cama y escuchar cómo llueve afuera.
6. Salir de la ducha y que la toalla esté calientita.
7. Aprobar tu último examen.
8. Recibir una llamada de alguien que hace mucho no ves.
9. Una buena conversación.
10. Encontrar dinero en un pantalón que no usabas desde el año pasado.
11. Reírse de uno mismo.
12. Llamadas a la medianoche que duran horas.
13. Reírse sin motivos.
14. Escuchar accidentalmente que alguien dice algo bueno de ti.
15. Despertarte y darte cuenta que todavía podías dormir un par de horas.
16. Ser parte de un equipo
17. El primer beso.
18. Hacer nuevos amigos.
19. Sentir cosquillitas en la panza cada vez que ves a "esa" persona.
20. Tener a alguien que te diga que te quiere.
21. Escuchar la canción que te hace recordar a "esa" persona especial.
22. Ver felices a las personas que quieres.
23. Usar el sweater de la persona que te gusta y que todavía huela a su perfume
24. Volver a ver a un viejo amigo y sentir que las cosas no cambiaron.
25. Pasar un rato con tus mejores amigos.
26. Mirar un atardecer.

Si has sonreído después de leer el post, es que te has sentido feliz más de una vez.

martes, 15 de abril de 2008

lunes, 14 de abril de 2008

Cita a ciegas. De la serie: RELATOS

Te conocí en internet, y empezamos intercambiando relatos y fotografías.


Entre charla y charla nos envolvimos en confidencias de las cosas que nos gustaban sexualmente, y nuestras conversaciones se pusieron más intensas, descubriendo en tí toda una venus. Siempre jugábamos con la posibilidad de vernos y estar juntos, pues tanto tú como yo lo anhelábamos intensamente, hasta que sucedió.

Quedamos un día para tomar café, para conocernos en persona y charlar de vanalidades. La primera ocasión fue de puro nervio, nos besamos tímidamente en la mejilla, nos mirábamos furtivamente a los ojos, hasta que poco a poco cogimos más confianza y nos fuimos tranquilizando, charlando sobre las bondades de internet para conocer personas, etc., etc; entre risa y risa nos rozábamos levemente las manos y brazos, hasta que en un momento dado estuve a punto de robarte un beso, pero ambos nos dimos cuenta y nos quedamos paralizados, mirándonos a los ojos, como si hubiese pasado un ángel, hasta que reaccionamos y continuamos hablando, con muchísima más confianza y complicidad.

Entre frase y frase, roce y roce, nos íbamos acostumbrando el uno al otro, hasta que, mirándome a los ojos, me dijiste que no querías irte a casa sin un recuerdo mío. Preguntaste si tenía algún lugar discreto donde poder estar más tranquilos, a lo que te respondí que tenía el lugar perfecto: Mi despacho. No era confortable como mi casa, pero desde luego, al no haber nadie más que yo, podía garantizar con total seguridad que nadie ni nada nos molestaría.

Conforme llegamos te reclinaste sobre el sofá y me pediste que me sentase a tu lado. Lo hice, y te acomodaste tras de mí. Pusiste tus manos en mi cuello y empezaste a darme un masaje lenta y suavemente… luego bajaste por los hombros, mientras yo me relajaba y tenía los ojos cerrados; llegaste a mi espalda, y en ese momento sentiste que no podías más. Empezaste a respirar en mi oído… entre los dos brotó una chispa de electricidad y no pudiste aguantar el impulso de morderme la oreja, al tiempo que tiernamente me abrazabas por la espalda y yo ponía tímidamente mi mano en tu pierna, y empezaste a darme besos en la nuca y el cuello. Poco a poco fuimos cambiamos de posición y nos quedamos frente a frente, contemplándonos, y comenzamos a besarnos suave y cálidamente.

Sentiste entonces la tibieza de mi otra mano, cómo te presionaba la pierna. Los besos se hicieron más intensos, y mis manos empezaron tímidamente a recorrer tu cuerpo… un calor cada vez intenso inundaba nuestros cuerpos, y metiste la mano bajo mi camisa… la empezaste a desabrochar... botón por botón… hasta llegar a mi pantalón... y subir nuevamente.

Te separaste de mi muy sensualmente y te desvestiste lentamente... primero el suéter dejándome ver poco a poco tu piel, luego la falda... quedaste sólo en ropa interior, medias y zapatos. Entonces me acerqué a ti y empecé a jugar con la poca ropa que te quedaba mientras te besaba en el cuello, hombros, brazos, axilas, pechos… aquí me detuve, jugando con tus senos, y tú sentías cómo se erizaba tu piel, como tu cuerpo comenzaba a estremecerse… luego bajé hasta tus zapatos. Los quité; luego las medias, mientras acariciaba tus piernas y las recorría con mis labios, por el interior y el exterior, por la cara interna de tus muslos… hasta que llegué a tu secreto. Me acerqué tanto a él que sentías la calidez de mi aliento a través de tus braguitas, cómo el calor de mi boca inundaba tu sexo rítmicamente… con mucha calma y delicadez te despojé de la ropa interior dejándote totalmente desnuda, y me detuve un instante… el resto, te lo cuento en la próxima cita.

Fotografía: Erwan Barbey-Chariou

Mi Angel...De la serie: RELATOS

Siempre he sabido que estaba ahí. Lo supe cuando me iban a despedir por falta de trabajo en el despacho y él llamó a aquella gran empresa que confió en nosotros y nos permitió alzar el vuelo. Lo supe cuando me mostró la verdadera cara de mi exnovio y le hizo perder los nervios en aquel callejón. En cada momento de mi vida he sabido que estaba ahí. Mi ángel de la guarda siempre me ha protegido. Ahora se que esta aquí.

Esta noche estaba triste, deprimida y él ha venido a animarme. Medio adormilada como estaba en la cama, me he asustado un poco al ver la bruma que ha empezado a envolver el comedor. Las paredes se han ido desvaneciendo hasta convertirse en el escenario de una novela de Allan Poe. La diferencia es que la niebla que me rodea es luminosa. Me envuelve tiernamente, no me asfixia, no me asusta. Me da calor. Sé que él esta aquí y sé que esta intentado reconfortarme. Doy fe de que lo esta consiguiendo.

Alguien se aproxima. Veo su sombra acercarse a mí. Viene despacio, levitando, mantenido por un imperceptible movimiento de sus alas. Atraviesa la neblina. Va mirando al suelo. Se posa sin ningún esfuerzo y levanta la cara. Es guapo, su rostro parece esculpido en la antigua Grecia. El cabello es rubio, poblado con rizos tan pequeños, que parece que no quepan en su cabeza. Sus ojos son de color verde oscuro, muy penetrantes, me dan confianza. Es tan alto. Va desnudo y es cierto que los ángeles no tienen sexo. Sin embargo su cuerpo es perfecto, musculado, pero sin exageraciones. Tan proporcionado que hasta sus pies parecen cincelados en mármol.

No se como lo ha hecho, pero sigo tumbada en la cama aunque ahora estoy desnuda. No siento frío. Tampoco calor. Estoy a gusto. El conoce mi cuerpo perfectamente. Mejor que yo. Esta tan cerca de mí, que hasta me hace creer que respira. Sus alas se pliegan ligeramente y vuelven a abrirse. Repetidamente. La brisa que provoca recorre todo mi cuerpo provocando que se me erice la piel por allá por donde pasa. Se arrodilla, y me mira. Tiene una sonrisa picarona y su mirada es traviesa. Se arranca una pluma y la posa sobre mis pechos. Su suavidad ha hecho se endurezcan. Esta moviéndola en círculos sobre las aureolas y el placer empieza a recorrer mi piel. La mueve lentamente hacia mi cara y me hace cosquillas en los labios. Ahora la esta bajando por mi estomago y las cosquillas son temblores. Cuando llega al pubis no puedo reprimir estremecerme y morderme los labios. Abro mis piernas pero él sigue rozándome con la punta de la pluma por el interior de mis muslos, lentamente, hasta las pantorrillas. Va por una pierna y vuelve por la otra. La tercera vez que repite el movimiento la pluma se para en mi sexo. Se me desliza lentamente, introduciéndose lo justo como para que mi cuerpo se arquee. Retira la pluma y se la coloca en su ala. A perdido su suavidad por que esta mojada.

Se alza y flotando se coloca sobre mí. Me tapa con las alas y me abraza. Yo lo envuelvo con mis piernas. Me siento tan protegida que me asusto cuando me penetra. No es que los ángeles no tengan sexo. Es que tienen el que quieren. Su cuerpo, que me cubre completamente no es pesado, solo noto su mi piel pegada a la suya. Ni siquiera noto como se mueve sobre mí, pero si dentro de mi ser. Delicado y constante unas veces, ardiente y furioso otras, pero siempre inmóvil en el exterior. Me estoy deleitando tanto que desconozco si el tiempo esta pasando o se ha parado. Mis piernas se frotan por su firme trasero a cada vez que se revuelve en mi interior. Separa su torso del mío y me coge la cara por los costados, acariciándome. Me mira como si me amase. Eso es lo que desencadena el éxtasis. Conforme va subiendo mi placer, el va aumentando su ritmo. Voy llenándome de lujuria, estoy llegando al delirio, poco a poco pero tan intensamente que por fin llego con él hasta la gloria.

Me mira tiernamente y se eleva lento, produciendo una mezcla de placer y desencanto cuando sale de mí. Me dice adiós mientras se aleja. La niebla le persigue en un lento torbellino hasta que mi habitación vuelve a aparecer con sus paredes de siempre.

Vuelvo a estar sin compañía, pero no estoy sola, porque se que él esta allá arriba, observándome, presto a socorrerme cuando lo necesite.

Fotografía: Dylan Ricci
P.D.: Muchas gracias a S.C.C. por su inestimable ayuda.

jueves, 10 de abril de 2008

miércoles, 9 de abril de 2008

La historia de Zoe. De la serie: La historia de Zoe - I

Capitulo I. Las razones.

¿Saben que me dijo Zoe cuando le pregunte que por que no escribía ella su propia historia?, Me dijo que ahora estaba muy contenta consigo misma y que si se paraba a pensar lo que tenía que contar, se arrepentiría de lo que había hecho. Obviamente no entendí nada, pero me intrigó.

Ese fin de semana tenía el sábado por la noche libre. Decidió que podía ir a Valencia. Quedaba cerca, tenia más posibilidades de éxito y menos de posibilidades de que la reconocieran. Hacía mucho tiempo que no salía a dejarse cazar. Desde su época de facultad. Bastante tiempo después se dio cuenta de que quien elegía las piezas era ella. Ahora era una chica de mediana edad, que con una minifalda y un suéter ajustado, podía hacer saltar los botones de la bragueta de cualquier jovenzuelo con solo una mirada. Y eso pensaba hacer.

Pero mejor, haré las presentaciones. Mi nombre no importa, si os apetece podéis llamarme… ¿Pepe?. Mi única misión será la de transcribir lo que ella me cuente. Eso si, me tomaré mis licencias poéticas. Espero. He pasado bastante tempo escribiendo para fancines, revistas de medio pelo y todo aquello que permitiese aumentar mi escaso sueldo de periodista. Llevo unas cuantas citas con Zoe, y me estoy empezando a enganchar. Siempre quedamos en un pequeño “pub”, en un edificio antiguo del centro de la ciudad, que abre a mediodía. No hay mucha gente, la música esta relativamente alta y siempre nos sentamos lejos de los posibles oídos curiosos. Desde luego es necesario. Me gustaría quedar en un sitio más íntimo y que me siguiera contando sus últimos meses, pero es imposible. Y nada recomendable.

Cenó tranquilamente en una pizzería y se tomó una copa en una terraza cercana. Vio pasar a muchos hombres por la calle hacía la zona de garitos cercana. Se percató de que casi todos seguían con la mirada sus piernas, desde los tobillos hasta lo más alto de sus muslos y después posaban sus ojos sobre las tetas. Sería fácil. A una hora prudencial fue buscando un local que le gustase. Cerca de la una y medía lo encontró. La mayoría eran más jóvenes que ella, pero no mucho. El ambiente era distendido gracias al alcohol. Muchos bailaban o saltaban, pero una buena parte estaba más pendiente de los movimientos de los grupitos de distinto sexo que se pavoneaban por la sala. Miro con atención y catalogó a las presas.

Describir a Zoe será más sencillo. ¿Cuantas mujeres serán como ella?, al menos a primera vista. Treinta y algunos, morena, bien físicamente y de talla medía. Normalmente viste con pantalones vaqueros, con suéter largo y holgado. De estudios universitarios medios y educada, con buenos modales. En apariencia la definiría como Normalita pero resultona. En apariencia hay miles como ella. En apariencia.

No fue hasta que un chico de veintimuchos, alto y de atuendo cuidado, se acercó a pedir algo a la barra y se apostó junto a ella. En un principio no la había visto pero giró a escrutar la barra de forma automática. Le gustaba dejarse ver. Su mirada se cruzó con la de ella y recibió una leve sonrisa. Ya había echado el anzuelo, la presa lo había mordido y no se resistió en absoluto. Estudiaba arquitectura, su enésimo año. Venia de buena familia, hacia deportes extremos ¿Surfing extremo? Desde luego era un engreído y tenía alta su propia estima. Mejor. Después de tirárselo no tendría remordimientos.

Todo empezó cuando pilló a una jovencita practicándole una felación a su marido en su despacho de la gestoría que regenta. Ese día pensó que debía cambiar algo en su vida. Creía que debía dejar su monótona existencia y comenzó por sorprender a su marido invitándole a comer. Se imaginó que él le ayudaría a conseguir que no todo fuera trabajar, comer, trabajar, cenar y algún fin de semana tener algo parecido a sexo. Desde luego lo consiguió. Su vida ya no fue igual.

Pronto le dijo que compartía piso con otros compañeros dos manzanas más abajo y que en el mejor de los casos tardarían unas horas en volver. Accedió a acompañarle. Por el camino el la cogía por el costado y bajaba la mano hasta su culo, apretándolo y masajeándolo. Sin embargo no estaba dispuesta a que llegarán a algo más “íntimo”. Cuando el chico intentaba besarla, apartaba la cara y le llevaba la mano a los senos o a la cintura. El pareció entenderlo y se hacía el indiferente. Tenía lo que quería. Llegaron al piso compartido. No había nadie.

Zoe se fue a su casa a llorar. Lo hizo durante un tiempo, varias semanas. Lloraba cuando estaba sola en casa o en el despacho. Su marido no se enteró de nada. Tan extasiado estaba cuando Zoe entreabrió la puerta y los observó desde la entrada, que ni notó la leve corriente de aire producida cuando ella se fue. Tampoco se enteró del estado de apatía general de ella. El tenía la cena preparada cuando llegaba, seguía viendo sus series favoritas mientras ella leía, y no se veía obligado tan a menudo, una vez cada semana o cada dos, a satisfacerla sexualmente. De hecho, lo hacían cuando él quería y nunca se llevaba reproches.

Apenas entraron en su habitación, el chico le subió la falda hasta la cintura y comenzó a sobarla nerviosamente, mientras le mordía los senos por encima del suéter, que pronto desapareció de su cuerpo. Se vio tirada en la cama, sin bragas. Mientras el chico le masajeaba el coño, iba chupándole lascivamente las tetas. No se encontraba a gusto, pero ya que había llegado hasta allí, lo mejor era intentar pasarlo lo mejor posible. Ese momento coincidió con la entrada del dedo del chico en su vagina. Sin darse cuenta, comenzó a ponerse húmeda. Un par de mordiscos en los pezones le hicieron gemir más por daño que por placer, momento que aprovechó el chico para quitarse la ropa y abrirle las piernas mientras le introducía el dedo repetidamente. Ella aprovechó para ponerle el condón. Enseguida, el se puso frente a ella y después de un par de intentos, la penetró. Afortunadamente no era un miembro muy grande. Poco a poco fue cogiendo ritmo y ella comenzó a sentir placer. De su cuerpo, solo lo notaba entrando y saliendo, y esa especie de asepsia le agradó. De repente, él se aceleró y se corrió con dos fuertes sacudidas.

Durante una temporada estuvo meditando que hacer. Pasó por todos los estados posibles antes de decidir que debía hacer algo. Odio, tristeza, soledad, aceptación. Dió muchas vueltas al asunto y sopesó todas las posibilidades de su situación antes de rehacer su vida. Lo primero fue buscar una compañía de detectives para que le prepararan un informe por si las cosas se ponían mal. Pese a que no les costó mucho conseguir las pruebas necesarias de la infidelidad de su marido, fueron las peores semanas de su vida. Necesitaba aquello como una reafirmación de que lo que iba suceder a partir de aquel momento, tenía su fundamento y que además, sería el pistoletazo de salida de una nueva Zoe. Mejor o peor, pero nueva. Decidió que le pagaría con la misma moneda y que él estaría presente cuando ocurriese. Sin embargo estaba todavía llena de temores. Creía que en el momento debido, no podría hacerlo y se vendría abajo. Zoe decidió que primero debía ensayar y coger practica.

Ella se vistió deprisa. El chico le preguntó si quería quedarse, casi por pura educación. Salió de la casa, de la ciudad y de la provincia como un robot. Sin pensar. Cuando llego a casa miró el reloj. Se duchó, se puso su pijama y acostada en la cama pensó en como había ido la noche. Tenía un par de horas antes de que su marido llegara medio borracho, después de su cena bimensual con sus colegas del pádel. Para ser su primera infidelidad fue sencillamente desastrosa. No lo pasó bien, no recibió nada que no hubiese tenido hasta entonces y además se notaba sucia. Zoe estuvo llorando hasta que escuchó a su marido abrir la puerta. Por fortuna, se echo junto a ella procurando no despertarla.

Fotografía: Martin Kovalik

P.D.: Muchas gracias a S.C.C. por su inestimable ayuda.

martes, 8 de abril de 2008

Y para que no se diga: Los 50 errores de ellas en la cama.

http://www./20minutos.es/noticia/176995/0/errores/mujeres/cama/
50 cosas que una mujer no debe hacer con un hombre, según ellos:
1- Hacerse de rogar: el sexo "no es un favor" para ellos.
2- Tumbarse y esperar que el hombre lo haga todo: algunos lo llaman "ponerse en modo pasivo" o "síndrome del examinador de autoescuela". Esto es cosa de dos.
3- La falta de iniciativa: es lo que más les molesta.
4- Hacerse una coleta ante de practicarle sexo oral: puedes cortarle el rollo.
5- Hacer daño con los dientes durante una felación: quizá no quiera volver a practicarlo.
6- No utilizar las manos durante la felación: le gusta sentir que juegas con 'su cosita'.
7- Planificar cuándo y cómo hacerlo: darle fecha y hora le agobia. Déjate llevar y que surja el momento. No hay que tenerlo todo bajo control.
8- Decirle que apague la luz: hacerlo con la luz encendida no es pornográfico.
9- Fingir los orgasmos: las exageraciones se notan.
10- Meterle el dedo en el ano mientras eyacula: ¡Ni se te ocurra hacerlo sin preguntar! Seguramente no sepa interpretarlo, para él es terreno vedado.
11- Poner pegas con el sexo oral: él nunca lo haría.
12- No innovar: si no te abres a probar cosas nuevas se acabará cansando.
13- Los complejos: el "me siento fea" no les deja concentrarse. Si se acuesta contigo es porque le gustas.
14- Hacer comentarios que no vienen a cuento durante el coito: estar atenta a otras cosas como echar el pestillo de la puerta "denota falta de interés".
15- El pudor: él no sabe lo que es eso. Suéltate un poco más.
16- Pensar que ciertas cosas sólo las hacen las prostitutas: no te reprimas. Si te apetece, todo vale.
17- Querer que te abrace demasiado: con un poco de cariño postcoital es suficiente.
18- Negarse, por decreto, a practicar el sexo anal: están hartos de que sea un mito y se les considere "enfermos" por proponerlo.
19- Calentarle para, al final, no hacer nada: si no te apetece es mejor que no empieces. No le dejes con la miel en los labios.
20- Preguntar si 'está dentro': sin comentarios. Su autoestima dejará de existir.
21- Agarrarle con fuerza la cabeza mientras te hace sexo oral: a ti tampoco te gusta. Le ahogas.
22- No tocarle: a él también le gustan las caricias.
23- Coger su pene con demasiada energía: no es una zambomba.
24- El 'hoy me duele la cabeza': un clásico. Cambia de excusa.
25- 'Jugar' con sus testículos sin delicadeza: no son de goma.
26- Quedarse dormida antes o durante el acto: la primera puede molestarle, pero con la segunda se va de casa.
27- No hacer "un esfuerzo" si terminas antes: tú lo tienes más fácil que él.
28- Ponerse a recoger todo nada más acabar: podéis hacerlo después.
29- Poner una toalla en el sofá para no manchar: si lo haces se sentirá cohibido.
30- No meterle mano: le gusta ver tu cara más atrevida. Lánzate.
31- No decirle cosas bonitas: dicen que "los piropos no se inventaron sólo para las mujeres" y que ellos también tienen "su corazoncito".
32- Creer y decir que todos los hombres son iguales: evita las generalizaciones. No le puedes decir a tu pareja que es como los demás.
33- Pensar que siempre tiene ganas: él no es una máquina sexual. A veces no le apetece.
34- No quitarse los calcetines: vale que el invierno es frío, pero es poco sexy.
35- Los 'pedos' vaginales: eso es inevitable.
36- Castigar sin sexo: no lo utilices como arma arrojadiza o moneda de cambio en la pareja.
37- Comparar el tamaño de su pene con el de tus antiguas parejas: no lo hagas, aunque te lo pregunte.
38- No estar depilada: no quiere que te rasures para él, pero sí la marca del bikini como mínimo.
39- Irse un momento a hacer pis en mitad del acto: esto es como cuando te vas de viaje, hay que hacerlo antes.
40- Quitarse el maquillaje "durante un buen rato" antes de hacerlo: conseguirás que pierda el interés o que se duerma.
41- Tener cosquillas por todas partes: al principio tiene gracia, pero luego desespera.
42- No usar lencería nueva: sobretodo si te la regala él. Un conjunto explosivo le dejará sin palabras. Olvídate de las bragas de dibujos animados.
43- No ponerle nunca el preservativo: ya se siente perjudicado respecto a ti por tener que ponérselo. Que no se sienta sólo en eso.
44- No comprar preservativos: él se los pone, pero os sirven a los dos.
45- Dar por supuesto que los pezones del hombre no sirven para nada: que no llamen la atención no quiere decir que sean de adorno.
46- No dejarle que te mire: él se excita viendo cómo disfrutas.
47- No decir lo que te gusta en la cama: pídele lo que te apetezca, no seas vergonzosa. Pónselo más fácil y saldrás ganando.
48-Poner mala cara o quedarse en silencio cuando eyacula demasiado rápido: peor se siente él. Ten paciencia, la emoción a veces juega malas pasadas.
49- Querer hablar por hablar después: si no es importante, déjalo.
50- Preguntarle qué ha sentido: ya lo sabes

Los 50 errores de los hombres en la cama.


http://www.20minutos.es/noticia/175802/
Las 50 cosas que no debes hacer:
1- Saltarte los prolegómenos: ir directo al grano puede incomodar.
2- Besarla con brusquedad y sin sensibilidad: la pasión está bien, pero con calma.
3- Ser demasiado bruto al tocar las zonas erógenas: el clítoris es mucho más complejo que el pene.
4- Obviar las caricias: el segundo mayor órgano sexual de la mujer, sólo por detrás de la mente, es su piel.
5- Engancharse a sus pezones como un bebé: es divertido, pero antes hay que allanar el camino jugando con la areola y el resto del seno.
6- Morderle el lóbulo de la oreja: crees que es sexy, pero puede que ella no piense lo mismo. Duele.
7- El típico chupetón en el cuello: no recomendado para mayores de 16 años.
8- Hacerlo sin afeitarte: quizá te sientas atractivo, pero pinchas.
9- No lavarte antes del sexo: no hay que ser extremista, pero la higiene es fundamental.
10- Olvidar que su cuerpo espera ser tocado: que no falten las caricias. Saldrás ganando.
11- Intentar meter tus dedos bajo su ropa interior antes de que esté preparada: no seas tan ansioso, es muy incómodo para ella.
12- Tirar el condón al suelo: qué poco glamour. Su sitio es un clínex y luego la basura.
13- El clítoris como primera opción: no es bueno despreciar los alrededores.
14- Parar justo cuando ella no quiere que pares: lo estás haciendo bien. ¡Está disfrutando!.
15- Ser torpe al desnudarla: concéntrate, quítate de la cabeza arrancar nada y no dejes de besarla.
16- Quitarte la ropa de forma ridícula: recuerda que delante de tí hay otra persona. De lo cómico a lo patético hay una línea muy fina.
17- Esperar que se depile para ti: aunque te guste mucho, es cosa suya... y luego pica mucho.
18- Meterle un dedo en la vagina antes de que esté preparada: de impaciente profesional. Espera el momento correcto.
19- Lanzarse sin preguntar: no es cuestión de despreciar la sorpresa, pero hay que saber leer sus ojos.
20- Intentar reiteradamente y sin éxito penetrarla en la oscuridad: ella puede ayudarte, no seas vergonzoso.
21- Esperar que ella quiera hacer 'el perrito': darte la espalda mientras hacéis el amor puede hacerla sentir como un objeto sexual.
22- Empujar demasiado fuerte: empieza con suavidad y la compenetración entre los dos dirá cómo seguís.
23- Eyacular demasiado pronto: ella debe terminar primero. Aún así, no hay muchos hombres que puedan durar lo suficiente para satisfacer a una mujer que disfruta de sus estímulos vaginales y del punto G.
24- Eyacular o perder la erección al ponerse el preservativo: El primero es raro. El segundo, cuestión de práctica.
25- No hacerle caso después: pregúntale si le ha gustado.
26- No darle sexo oral cuando lo pide: no seas vago, es muy placentero para ella. Si no te gusta el olor o el sabor podéis ducharos juntos antes.
27-Intentar coaccionarla para que te haga sexo oral: es muy desagradable. Respétala.
28- Intentar forzar su cabeza mientras lo hace: no te pases. Como mucho, sujeta su pelo.
29- Sujetar su cabeza tampoco vale: no es tan bestia como el anterior, pero puedes agobiarla.
30- Eyacular en su boca sin preguntar: tu semen no es un manjar.
31- Pensar que el porno es verdad: la realidad es muy distinta.
32- Poner una película porno sin preguntar: muchas cintas dan una imagen sumisa de la mujer.
33- Pedir perdón por el tamaño de tu pene: ellas valoran más la sensibilidad a la hora de disfrutar.
34- Responder honestamente cuando te pregunta cómo era tu última amante: ella tiene que ser la mejor. Siempre.
35- Preguntarle si quiere hacer un trío con otra chica: creerá que necesitas más. Que lo proponga ella.
36- Dejar que ella haga todo el trabajo: pon de tu parte y muévete un poco.
37- Intentar penetrar por detrás 'sin querer': el sexo anal llevo su tiempo y hay que hablarlo mucho. Tus excusas no servirán; el 'no me he dado cuenta' no se lo creería nadie.
38- Fotografiar o filmar vuestras relaciones: es peligroso porque das cierto poder a la persona que tiene las imágenes. Hay que estar muy seguros.
39- Caer en la rutina sexual: échale imaginación.
40- Perder el romance: el amor tiene que estar ahí.
41- Darle cachetes en el trasero sin saber si quiere: puedes acabar con una patada en tus partes.
42- Intentar copiar: hacerlo tal y como lo hacen en algún libro o película es poco original y no suele salir bien.
43- Jugar con su ano antes de que esté suficientemente excitada: mientras estimulas su clítoris y tienes un dedo en su vagina puedes pensar que a lo mejor le gusta que le toques ahí, pero puedes cortarle el rollo.
44- Gritarle al oído mientras eyaculas: prueba otro método y no des la nota.
45- Decir guarradas si no sabes si le gusta: un poco de lenguaje picante puede ayudar, pero consentido.
46- Tumbarte sobre ella: no la aplastes.
47- Eyacular sobre ella sin pedir permiso: es muy excitante, pero es mejor preguntar primero.
48- Eyacular sin control: si quieres ser un buen amante tienes que hacer un esfuerzo.
49- No abrazarla después del sexo: haz que se sienta especial.
50- No limpiar después del sexo: todos lo que haya quedado sucio o revuelto debe volver a su estado de origen.

Erotismo animal: Mujeres y pulpos.

"ESFERA












A propósito de un grabado japonés del siglo pasado, el autor de este artículo especula sobre la sexualidad femenina a través una serie de obras de arte que guardan un punto en común

El erotismo del pulpo

ALBERTO HERNANDO


HACIA 1820 el maestro japonés Hokusai realizó un grabado que mostraba a un pulpo cuya boca está adherida al sexo de una mujer mientras sus tentáculos se introducen por su boca, sujetan uno de sus pezones y se enroscan por sus piernas y nalgas. El dibujo tiene por título El sueño de la mujer del pescador. En la escena confluyen una serie de íntimas fantasías eróticas de la mujer: la viscosidad animal, lo tentacular, lo húmedo, el horror monstruoso, el goce convulsivo y la violencia lúbrica. El grabado de Hokusai, cuando fue conocido en los círculos artísticos occidentales, especialmente por los decadentistas, causó una gran conmoción y fue celebrado como la expresión magistral de la animalidad del deseo donde se rehabilitaba la lujuria vinculada al sufrimiento. Joris-Karl Huysmans, dirá al respecto: «¡La expresión casi sobrehumana de angustia y de dolor que convulsiona a esa larga figura de Pierrot, de nariz arqueada, y la alegría histérica que filtra al mismo tiempo de esa frente, de esos ojos cerrados de muerte, son admirables!». Otro decadentista, Felicien Rops, maestro del erotismo sacrílego y maldito, reproduciría la imagen de una manera mucho más compulsiva: una mujer desnuda se debate frente a un pulpo sujetando con cada una de sus manos fálicos tentáculos mientras que otros la penetran por la boca y la vagina y al mismo tiempo la hiere con su punzante pico.

La atracción por el tema desde la perspectiva pictórica ha perseverado hasta nuestros días: Masami Teraoka, en clave pop art y parodiando la escena de Hokusai, dibuja una mujer rubia californiana pugnando contra un pulpo cuyos tentáculos están preservados por condones (New Wave Series: Eight-Condom Fantasy): a la clave de horror erótico que conlleva la imagen del pulpo se adiciona la referencia a la amenaza de contagio letal. En relación con los condones, un aditamento de imaginación erótica y ampliación del placer son los french ticklers (cosquillas francesas) o preservativos cuya punta está provista de apéndices simulando los tentáculos de un pulpo. En esta ocasión, la forma simbólica del pulpo se reduce estratégicamente para que la posesión del cuerpo femenino sea intestina, penetre en los más hondo, frote y excite cada rincón de la vagina.


Hasta la aparición del grabado de Hokusai, la figura del pulpo velaba un discurso de lo reprimido. Simbólicamente el pulpo era asimilado al terror de los monstruos marinos (las leyendas escandinavas sobre los Kraken), señal de peligro de que algo o alguien intenta hundirte (adivinación por los posos del té); emblema de tiranía o gula extrema (Horapolo en su Hieraglyphica); o representación de un ser maligno y dañino que contrasta con el amor puro, como se evidencia en la obra de Rafael titulada Galatea, donde se expone, como exaltación del triunfo del Amor sobre el Mal, a un delfín -imagen del amor que se entrega hasta la muerte- devorando a un pulpo. Sólo Eliano, escritor griego del siglo III, en su Historia Natural habla de la incontinencia sexual del pulpo que le debilita de tal forma que constituye presa fácil para los cangrejos.

En psicología, la figura del pulpo que aparece en sueños se interpreta como complejos neuróticos que remiten a personas a las que se teme o que ejercen un dominio absorbente y tiránico; especialmente la madre castradora. En otras ocasiones, acorde con la tradición misógina freudiana, se identifica al pulpo con el miedo al sexo femenino. Por esa potencia onírica o fijación inconsciente, la imagen del pulpo en sus connotaciones eróticas ha sido un lugar común de los surrealistas. Isidore Ducasse, más conocido por Lautréamont y surrealista avant la lettre, convierte al protagonista de sus Cantos de Maldoror en un pulpo para atrapar a Dios mediante sus «Cuatrocientas ventosas bajo las axilas, hasta hacerle lanzar terribles gritos» que se convertían en «víboras» y «reptantes dotados de innumerables anillos» que «han jurado dar caza a la inocencia humana».
Dalí realizará en 1963 un dibujo dedicado a su amigo Carles Alemany titulado San Jorge luchando contra el pulpo: San Jorge se enfrenta a un pulpo enarbolando un escudo ornamentado con una cabeza de medusa. Un ojo monstruoso de largas pestañas se halla en el centro de la cabeza del pulpo; sus tentáculos están complementados por varios penes, de los cuales uno eyacula sobre el sexo de una mujer abierta de piernas. Hans Bellmer titula uno de sus grabados Cefalópodo (1968): una joven tendida muestra su sexo desde la perspectiva del culo que sirve a un tiempo para perfilar una cabeza cuya oreja se sobrepone a los repliegues de la vulva.
La poesía surrealista igualmente se hizo eco de la sugerente eroticidad del pulpo. Joyce Mansour en su obra Déchirures (1954) escribirá: «Llegan la noche y tu éxtasis/Y mi cuerpo profundo ese pulpo sin pensamiento/Engulle tu sexo agitado/Durante su nacimiento». En el poema titulado El cazador de cabezas de Michel Leiris, contenido en Haut-mal (1943), podemos leer: «La noche me abre la docilidad de sus arcanos/pero a sus pentaclos chisporreantes prefiero/el pentagrama de tu cuerpo/Cinco sentidos Cinco Tentáculos El Pulpo/hincha de sangre sus brazos pero cuánto más prefiero/la alhaja pesada de tus entrañas en la que nunca penetra la luz/a no ser el mástil deslumbrador/en el minuto en que la fauna misteriosa de un país ignorado/acude a beber en nuestra fuente/Cinco tentáculos Cinco hojas de acero».
Como fantasía tenebrosa de la mujer, Andrzej Zulawski en su filme Posesión, interpretado por Patricia Adjani, cuenta la inquietante historia de una mujer cuyo deseo crea un monstruo tentacular que la posee y destruye a todo competidor humano que se la acerque. Esa metáfora del deseo extremo ilustra la potencia de la mujer para crear sus propias realidades a partir de la fantasía.
Llegados a este punto a través de las derivaciones simbólicas del pulpo, cabe preguntarse, ¿el pulpo es una fantasía erótica específica de la mujer, o una proyección de los miedos del hombre? Ciertamente, parece lógico que es compatible con la mujer la posibilidad de fantasear sobre un ser que a un tiempo pulse y penetre todas las partes erógenas, despierte los sentidos, intensifique el placer y armonice los ritmos precisos, independientes, sincronizados, de las zonas de la carne sensibles al gozo; que dirija todas las sensaciones a una apoteosis múltiple, a un orgasmo multiplicado, a un frenesí exuberante y delirante. La mujer en ese abandono lograría a un tiempo ser objeto y usuaria de placer. Procopio en su Anécdota cuenta como la emperatriz Teodora trató de experimentar ese climax en un lance amoroso al «satisfacer completo y simultáneamente todos los orificios amorosos del cuerpo humano».
Por otro lado, el hombre, en su voracidad sexual, ha parcelado a la mujer como si fuera un territorio jalonado de agujeros a sobreponer, dominar, enchufar, insertar, acoplar... El poder sedicente del sexo masculino cree fundamentarse en esa lógica militar de ocupación. Esa obsesión por cubrir todos los orificios femeninos se manifiesta plásticamente en innúmeros dibujos que ilustran las obras libertinas del siglo XVIII donde la combinatoria de los cuerpos en la orgía muestra las diversas maneras de lograr una maximización sexual entre los componentes del grupo. Sin embargo, esa pretensión de dominio total del cuerpo femenino, esa ilusoria creencia de satisfacerla plenamente, queda desmentida por la realidad fisiológica: el breve tiempo de duración de la erección masculina denuncia su debilidad sexual y desmiente esa absurda pretensión de omnímoda potencia de satisfacción del gozo femenino. Fantasía que vela, sin duda, ese conocimiento de precariedad o descompensación respecto a la potencia orgásmica de la mujer. Miedo que asimismo, explicaría la posible y vergonzante proyección de la figura del pulpo como deseo de la mujer. Como sea, el pulpo será una sugerente metáfora más en las fronterizas relaciones entre hombres y mujeres."