LA PETITE MORT
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Late Chocolate-LA PETITE MORT
LA DULZURA DEL HEDONISMO FEMENINO...
LA PETITE MORT
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Una mujer exquisita no es aquella que más hombres tiene a sus pies, si no aquella que tiene uno solo que la hace realmente feliz.
341 AC-270 AC. Filósofo griego.
No ha de ser dichoso el joven, sino el viejo que ha vivido una hermosa vida.
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
放心 (fàng xin): Tranqulizarse, despreocuparse, sosegarse. Literalmente: soltar, poner en libertad el corazón.
P.D.: Gràcies Pere.
341 AC-270 AC. Filósofo griego.
¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia.
Hombre:
Hombre:
Rubia:
¿Cómo debo poner el alma, para
que no roce la tuya? ¿Cómo debo
alzarla sobre ti, hacia otras cosas?
Ay, quisiera guardarla
junto a algo perdido, por lo oscuro,
en un lugar extraño y silencioso,
que ya no resonara cuando tu hondura vibra.
Pero cuanto nos roza, a ti y a mí
nos lleva juntos, como arco de violín
que saca de dos cuerdas una nota.
¿En qué instrumento estamos extendidos?
¿Qué violinista nos tiene en la mano?
1. Enamorarse.
2. Reírse hasta que te duela la panza.
3. Encontrar miles de mail cuando vuelves de las vacaciones.
4. Escuchar tu canción favorita en la radio.
5. Acostarte en tu cama y escuchar cómo llueve afuera.
6. Salir de la ducha y que la toalla esté calientita.
7. Aprobar tu último examen.
8. Recibir una llamada de alguien que hace mucho no ves.
9. Una buena conversación.
10. Encontrar dinero en un pantalón que no usabas desde el año pasado.
11. Reírse de uno mismo.
12. Llamadas a la medianoche que duran horas.
13. Reírse sin motivos.
14. Escuchar accidentalmente que alguien dice algo bueno de ti.
15. Despertarte y darte cuenta que todavía podías dormir un par de horas.
16. Ser parte de un equipo
17. El primer beso.
18. Hacer nuevos amigos.
19. Sentir cosquillitas en la panza cada vez que ves a "esa" persona.
20. Tener a alguien que te diga que te quiere.
21. Escuchar la canción que te hace recordar a "esa" persona especial.
22. Ver felices a las personas que quieres.
23. Usar el sweater de la persona que te gusta y que todavía huela a su perfume
24. Volver a ver a un viejo amigo y sentir que las cosas no cambiaron.
25. Pasar un rato con tus mejores amigos.
26. Mirar un atardecer.
Si has sonreído después de leer el post, es que te has sentido feliz más de una vez.
Te conocí en internet, y empezamos intercambiando relatos y fotografías.
http://www./20minutos.es/noticia/176995/0/errores/mujeres/cama/
50 cosas que una mujer no debe hacer con un hombre, según ellos:
1- Hacerse de rogar: el sexo "no es un favor" para ellos.
2- Tumbarse y esperar que el hombre lo haga todo: algunos lo llaman "ponerse en modo pasivo" o "síndrome del examinador de autoescuela". Esto es cosa de dos.
3- La falta de iniciativa: es lo que más les molesta.
4- Hacerse una coleta ante de practicarle sexo oral: puedes cortarle el rollo.
5- Hacer daño con los dientes durante una felación: quizá no quiera volver a practicarlo.
6- No utilizar las manos durante la felación: le gusta sentir que juegas con 'su cosita'.
7- Planificar cuándo y cómo hacerlo: darle fecha y hora le agobia. Déjate llevar y que surja el momento. No hay que tenerlo todo bajo control.
8- Decirle que apague la luz: hacerlo con la luz encendida no es pornográfico.
9- Fingir los orgasmos: las exageraciones se notan.
10- Meterle el dedo en el ano mientras eyacula: ¡Ni se te ocurra hacerlo sin preguntar! Seguramente no sepa interpretarlo, para él es terreno vedado.
11- Poner pegas con el sexo oral: él nunca lo haría.
12- No innovar: si no te abres a probar cosas nuevas se acabará cansando.
13- Los complejos: el "me siento fea" no les deja concentrarse. Si se acuesta contigo es porque le gustas.
14- Hacer comentarios que no vienen a cuento durante el coito: estar atenta a otras cosas como echar el pestillo de la puerta "denota falta de interés".
15- El pudor: él no sabe lo que es eso. Suéltate un poco más.
16- Pensar que ciertas cosas sólo las hacen las prostitutas: no te reprimas. Si te apetece, todo vale.
17- Querer que te abrace demasiado: con un poco de cariño postcoital es suficiente.
18- Negarse, por decreto, a practicar el sexo anal: están hartos de que sea un mito y se les considere "enfermos" por proponerlo.
19- Calentarle para, al final, no hacer nada: si no te apetece es mejor que no empieces. No le dejes con la miel en los labios.
20- Preguntar si 'está dentro': sin comentarios. Su autoestima dejará de existir.
21- Agarrarle con fuerza la cabeza mientras te hace sexo oral: a ti tampoco te gusta. Le ahogas.
22- No tocarle: a él también le gustan las caricias.
23- Coger su pene con demasiada energía: no es una zambomba.
24- El 'hoy me duele la cabeza': un clásico. Cambia de excusa.
25- 'Jugar' con sus testículos sin delicadeza: no son de goma.
26- Quedarse dormida antes o durante el acto: la primera puede molestarle, pero con la segunda se va de casa.
27- No hacer "un esfuerzo" si terminas antes: tú lo tienes más fácil que él.
28- Ponerse a recoger todo nada más acabar: podéis hacerlo después.
29- Poner una toalla en el sofá para no manchar: si lo haces se sentirá cohibido.
30- No meterle mano: le gusta ver tu cara más atrevida. Lánzate.
31- No decirle cosas bonitas: dicen que "los piropos no se inventaron sólo para las mujeres" y que ellos también tienen "su corazoncito".
32- Creer y decir que todos los hombres son iguales: evita las generalizaciones. No le puedes decir a tu pareja que es como los demás.
33- Pensar que siempre tiene ganas: él no es una máquina sexual. A veces no le apetece.
34- No quitarse los calcetines: vale que el invierno es frío, pero es poco sexy.
35- Los 'pedos' vaginales: eso es inevitable.
36- Castigar sin sexo: no lo utilices como arma arrojadiza o moneda de cambio en la pareja.
37- Comparar el tamaño de su pene con el de tus antiguas parejas: no lo hagas, aunque te lo pregunte.
38- No estar depilada: no quiere que te rasures para él, pero sí la marca del bikini como mínimo.
39- Irse un momento a hacer pis en mitad del acto: esto es como cuando te vas de viaje, hay que hacerlo antes.
40- Quitarse el maquillaje "durante un buen rato" antes de hacerlo: conseguirás que pierda el interés o que se duerma.
41- Tener cosquillas por todas partes: al principio tiene gracia, pero luego desespera.
42- No usar lencería nueva: sobretodo si te la regala él. Un conjunto explosivo le dejará sin palabras. Olvídate de las bragas de dibujos animados.
43- No ponerle nunca el preservativo: ya se siente perjudicado respecto a ti por tener que ponérselo. Que no se sienta sólo en eso.
44- No comprar preservativos: él se los pone, pero os sirven a los dos.
45- Dar por supuesto que los pezones del hombre no sirven para nada: que no llamen la atención no quiere decir que sean de adorno.
46- No dejarle que te mire: él se excita viendo cómo disfrutas.
47- No decir lo que te gusta en la cama: pídele lo que te apetezca, no seas vergonzosa. Pónselo más fácil y saldrás ganando.
48-Poner mala cara o quedarse en silencio cuando eyacula demasiado rápido: peor se siente él. Ten paciencia, la emoción a veces juega malas pasadas.
49- Querer hablar por hablar después: si no es importante, déjalo.
50- Preguntarle qué ha sentido: ya lo sabes
HACIA 1820 el maestro japonés Hokusai realizó un grabado que mostraba a un pulpo cuya boca está adherida al sexo de una mujer mientras sus tentáculos se introducen por su boca, sujetan uno de sus pezones y se enroscan por sus piernas y nalgas. El dibujo tiene por título El sueño de la mujer del pescador. En la escena confluyen una serie de íntimas fantasías eróticas de la mujer: la viscosidad animal, lo tentacular, lo húmedo, el horror monstruoso, el goce convulsivo y la violencia lúbrica. El grabado de Hokusai, cuando fue conocido en los círculos artísticos occidentales, especialmente por los decadentistas, causó una gran conmoción y fue celebrado como la expresión magistral de la animalidad del deseo donde se rehabilitaba la lujuria vinculada al sufrimiento. Joris-Karl Huysmans, dirá al respecto: «¡La expresión casi sobrehumana de angustia y de dolor que convulsiona a esa larga figura de Pierrot, de nariz arqueada, y la alegría histérica que filtra al mismo tiempo de esa frente, de esos ojos cerrados de muerte, son admirables!». Otro decadentista, Fe
licien Rops, maestro del erotismo sacrílego y maldito, reproduciría la imagen de una manera mucho más compulsiva: una mujer desnuda se debate frente a un pulpo sujetando con cada una de sus manos fálicos tentáculos mientras que otros la penetran por la boca y la vagina y al mismo tiempo la hiere con su punzante pico.
La atracción por el tema desde la perspectiva pictórica ha perseverado hasta nuestros días: Masami Teraoka, en clave pop art y parodiando la escena de Hokusai, dibuja una mujer rubia californiana pugnando contra un pulpo cuyos tentáculos están preservados por condones (New Wave Series: Eight-Condom Fantasy): a la clave de horror erótico que conlleva la imagen del pulpo se adiciona la referencia a la amenaza de contagio letal. En relación con los condones, un aditamento de imaginación erótica y ampliación del placer son los french ticklers (cosquillas francesas) o preservativos cuya punta está provista de apéndices simulando los tentáculos de un pulpo. En esta ocasión, la forma simbólica del pulpo se reduce estratégicamente para que la posesión del cuerpo femenino sea intestina, penetre en los más hondo, frote y excite cada rincón de la vagina.
Hasta la aparición del grabado de Hokusai, la figura del pulpo velaba un discurso de lo reprimido. Simbólicamente el pulpo era asimilado al terror de los monstruos marinos (las leyendas escandinavas sobre los Kraken), señal de peligro de que algo o alguien intenta hundirte (adivinación por los posos del té); emblema de tiranía o gula extrema (Horapolo en su Hieraglyphica); o representación de un ser maligno y dañino que contrasta con el amor puro, como se evidencia en la obra de Rafael titulada Galatea, donde se expone, como exaltación del triunfo del Amor sobre el Mal, a un delfín -imagen del amor que se entrega hasta la muerte- devorando a un pulpo. Sólo Eliano, escritor griego del siglo III, en su Historia Natural habla de la incontinencia sexual del pulpo que le debilita de tal forma que constituye presa fácil para los cangrejos.
En psicología, la figura del pulpo que aparece en sueños se interpreta como complejos neuróticos que remiten a personas a las que se teme o que ejercen un dominio absorbente y tiránico; especialmente la madre castradora. En otras ocasiones, acorde con la tradición misógina freudiana, se identifica al pulpo con el miedo al sexo femenino. Por esa potencia onírica o fijación inconsciente, la imagen del pulpo en sus connotaciones eróticas ha sido un lugar común de los surrealistas. Isidore Ducasse, más conocido por Lautréamont y surrealista avant la lettre, convierte al protagonista de sus Cantos de Maldoror en un pulpo para atrapar a Dios mediante sus «Cuatrocientas ventosas bajo las axilas, hasta hacerle lanzar terribles gritos» que se convertían en «víboras» y «reptantes dotados de innumerables anillos» que «han jurado dar caza a la inocencia humana».
Dalí realizará en 1963 un dibujo dedicado a su amigo Carles Alemany titulado San Jorge luchando contra el pulpo: San Jorge se enfrenta a un pulpo enarbolando un escudo ornamentado con una cabeza de medusa. Un ojo monstruoso de largas pestañas se halla en el centro de la cabeza del pulpo; sus tentáculos están complementados por varios penes, de los cuales uno eyacula sobre el sexo de una mujer abierta de piernas. Hans Bellmer titula uno de sus grabados Cefalópodo (1968): una joven tendida muestra su sexo desde la perspectiva del culo que sirve a un tiempo para perfilar una cabeza cuya oreja se sobrepone a los repliegues de la vulva.
La poesía surrealista igualmente se hizo eco de la sugerente eroticidad del pulpo. Joyce Mansour en su obra Déchirures (1954) escribirá: «Llegan la noche y tu éxtasis/Y mi cuerpo profundo ese pulpo sin pensamiento/Engulle tu sexo agitado/Durante su nacimiento». En el poema titulado El cazador de cabezas de Michel Leiris, contenido en Haut-mal (1943), podemos leer: «La noche me abre la docilidad de sus arcanos/pero a sus pentaclos chisporreantes prefiero/el pentagrama de tu cuerpo/Cinco sentidos Cinco Tentáculos El Pulpo/hincha de sangre sus brazos pero cuánto más prefiero/la alhaja pesada de tus entrañas en la que nunca penetra la luz/a no ser el mástil deslumbrador/en el minuto en que la fauna misteriosa de un país ignorado/acude a beber en nuestra fuente/Cinco tentáculos Cinco hojas de acero».
Como fantasía tenebrosa de la mujer, Andrzej Zulawski en su filme Posesión, interpretado por Patricia Adjani, cuenta la inquietante historia de una mujer cuyo deseo crea un monstruo tentacular que la posee y destruye a todo competidor humano que se la acerque. Esa metáfora del deseo extremo ilustra la potencia de la mujer para crear sus propias realidades a partir de la fantasía.Llegados a este punto a través de las derivaciones simbólicas del pulpo, cabe preguntarse, ¿el pulpo es una fantasía erótica específica de la mujer, o una proyección de los miedos del hombre? Ciertamente, parece lógico que es compatible con la mujer la posibilidad de fantasear sobre un ser que a un tiempo pulse y penetre todas las partes erógenas, despierte los sentidos, intensifique el placer y armonice los ritmos precisos, independientes, sincronizados, de las zonas de la carne sensibles al gozo; que dirija todas las sensaciones a una apoteosis múltiple, a un orgasmo multiplicado, a un frenesí exuberante y delirante. La mujer en ese abandono lograría a un tiempo ser objeto y usuaria de placer. Procopio en su Anécdota cuenta como la emperatriz Teodora trató de experimentar ese climax en un lance amoroso al «satisfacer completo y simultáneamente todos los orificios amorosos del cuerpo humano».
Por otro lado, el hombre, en su voracidad sexual, ha parcelado a la mujer como si fuera un territorio jalonado de agujeros a sobreponer, dominar, enchufar, insertar, acoplar... El poder sedicente del sexo masculino cree fundamentarse en esa lógica militar de ocupación. Esa obsesión por cubrir todos los orificios femeninos se manifiesta plásticamente en innúmeros dibujos que ilustran las obras libertinas del siglo XVIII donde la combinatoria de los cuerpos en la orgía muestra las diversas maneras de lograr una maximización sexual entre los componentes del grupo. Sin embargo, esa pretensión de dominio total del cuerpo femenino, esa ilusoria creencia d
e satisfacerla plenamente, queda desmentida por la realidad fisiológica: el breve tiempo de duración de la erección masculina denuncia su debilidad sexual y desmiente esa absurda pretensión de omnímoda potencia de satisfacción del gozo femenino. Fantasía que vela, sin duda, ese conocimiento de precariedad o descompensación respecto a la potencia orgásmica de la mujer. Miedo que asimismo, explicaría la posible y vergonzante proyección de la figura del pulpo como deseo de la mujer. Como sea, el pulpo será una sugerente metáfora más en las fronterizas relaciones entre hombres y mujeres."