
Esta noche estaba triste, deprimida y él ha venido a animarme. Medio adormilada como estaba en la cama, me he asustado un poco al ver la bruma que ha empezado a envolver el comedor. Las paredes se han ido desvaneciendo hasta convertirse en el escenario de una novela de Allan Poe. La diferencia es que la niebla que me rodea es luminosa. Me envuelve tiernamente, no me asfixia, no me asusta. Me da calor. Sé que él esta aquí y sé que esta intentado reconfortarme. Doy fe de que lo esta consiguiendo.
Alguien se aproxima. Veo su sombra acercarse a mí. Viene despacio, levitando, mantenido por un imperceptible movimiento de sus alas. Atraviesa la neblina. Va mirando al suelo. Se posa sin ningún esfuerzo y levanta la cara. Es guapo, su rostro parece esculpido en la antigua Grecia. El cabello es rubio, poblado con rizos tan pequeños, que parece que no quepan en su cabeza. Sus ojos son de color verde oscuro, muy penetrantes, me dan confianza. Es tan alto. Va desnudo y es cierto que los ángeles no tienen sexo. Sin embargo su cuerpo es perfecto, musculado, pero sin exageraciones. Tan proporcionado que hasta sus pies parecen cincelados en mármol.
No se como lo ha hecho, pero sigo tumbada en la cama aunque ahora estoy desnuda. No siento

Se alza y flotando se coloca sobre mí. Me tapa con las alas y me abraza. Yo lo envuelvo con mis piernas. Me siento tan protegida que me asusto cuando me penetra. No es que los ángeles no tengan sexo. Es que tienen el que quieren. Su cuerpo, que me cubre completamente no es pesado, solo noto su mi piel pegada a la suya. Ni siquiera noto como se mueve sobre mí, pero si dentro de mi ser. Delicado y constante unas veces, ardiente y furioso otras, pero siempre inmóvil en el exterior. Me estoy deleitando tanto que desconozco si el tiempo esta pasando o se ha parado. Mis piernas se frotan por su firme trasero a cada vez que se revuelve en mi interior. Separa su torso del mío y me coge la cara por los costados, acariciándome. Me mira como si me amase. Eso es lo que desencadena el éxtasis. Conforme va subiendo mi placer, el va aumentando su ritmo. Voy llenándome de lujuria, estoy llegando al delirio, poco a poco pero tan intensamente que por fin llego con él hasta la gloria.

Vuelvo a estar sin compañía, pero no estoy sola, porque se que él esta allá arriba, observándome, presto a socorrerme cuando lo necesite.
Fotografía: Dylan Ricci
P.D.: Muchas gracias a S.C.C. por su inestimable ayuda.
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