“Allí tenéis a la loca que pasa bailando, mientras rememora vagamente algo. Ha perdido un zapato en el trayecto, pero no lo nota. Largas patas de araña recorren su nuca: son tan sólo sus cabellos… Su rostro ha dejado de parecerse a un rostro humano, y lanza carcajadas como una hiena. Su vestido, con agujeros en más de un lugar, está animado de sacudidas violentas en torno de sus piernas huesudas y llenas de barro. Ha perdido su belleza y sus pasados encantos; su andar es torpe y su aliento huele a aguardiente…”.

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